El cultivo de la atención plena tiene sus raíces en el budismo, pero la mayoría de las religiones incluyen algún tipo de oración o técnica de meditación que ayuda a alejar tus pensamientos de tus preocupaciones habituales hacia una apreciación del momento y una perspectiva más amplia de la vida.
El profesor emérito Jon Kabat-Zinn, fundador y ex director de la Clínica de Reducción del Estrés del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts, ayudó a incorporar la práctica de la meditación del prestar atención en la medicina convencional y demostró que la práctica del prestar atención puede traer mejoras en los síntomas físicos y psicológicos, así como cambios positivos en la salud, las actitudes y los comportamientos.
La atención plena mejora el bienestar. Aumentar su capacidad de prestar atención apoya muchas actitudes que contribuyen a una vida satisfactoria. Estar atento hace que sea más fácil saborear los placeres de la vida a medida que ocurren, le ayuda a participar plenamente en las actividades y crea una mayor capacidad para lidiar con los eventos adversos. Al enfocarse en el aquí y ahora, muchas personas que practican el prestar atención descubren que es menos probable que se vean atrapados en preocupaciones sobre el futuro o en arrepentimientos sobre el pasado, están menos preocupados por el éxito y la autoestima, y son más capaces de formar conexiones profundas con los demás.
La atención plena mejora la salud física. Si un mayor bienestar no es un incentivo suficiente, los científicos han descubierto que las técnicas de atención plena ayudan a mejorar la salud física de varias maneras. La atención plena puede: ayudar a aliviar el estrés, tratar enfermedades cardíacas, reducir la presión arterial, reducir el dolor crónico, mejorar el sueño y aliviar las dificultades gastrointestinales.
La atención plena mejora la salud mental. En los últimos años, los psicoterapeutas han recurrido a la meditación del prestar atención como un elemento importante en el tratamiento de una serie de problemas, incluyendo: depresión, abuso de sustancias, trastornos alimentarios, conflictos de pareja, trastornos de ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo.