Muchas asanas deben su nombre a figuras mitológicas con vidas fantásticas y poderes sobrehumanos. Como todas las mitologías, intentan reflejar los anhelos, obstáculos o las intenciones de los hombres.
El origen de las posturas de los Guerreros, Virabhadrasana I, II y III, está en la historia de amor del poeta Kalidasa, en el que el dios Shiva nos da un ejemplo de apego, orgullo, venganza, violencia, tristeza, compasión y transformación. Las luces y sombras de todos los seres.
Lord, Shiva, el destructor, es considerado el dios más poderoso de todo el panteón hindú. La leyenda cuenta que Virabhadra surgió del sufrimiento de Shiva tras conocer la muerte de su esposa Sati, quien después de ser humillada y faltada al resto por su padre, reunió todas sus fuerzas hasta conseguir que su cuerpo estallara en llamas.
Cuando Shiva se enteró de la muerte de Sati, se sumió en una profunda tristeza que enseguida se trasformó en una feroz ira. Se arrancó un mechón de su enmarañado cabello arrojándolo con toda su fuerza contra la tierra y de ahí dio forma al más terrible de los guerreros, Virabhadra, para matar a Daksha y y así vengar la muerte de Sati.
De aquí surgen los 3 aspectos del guerrero:
*En la primera representación (Virabhadrasana I), Virabhadra aparece en el lugar donde encontrará a Daksha, emergiendo de la tierra con una espada en cada mano.
*En su segundo aspecto, (Virabhadrasana II), Virabhadra se mantiene equilibrado en el centro, observa a Daksha y establece su blanco.
*En la tercera representación (Virabhadrasana III), Virabhadra se mueve con sutileza, junta ambas espadas al frente y decapita a Daksha.
Pero Virabhadra no es simple guerrero sediento de lucha y venganza. Al igual que Shiva, ambos destruyen para crear. Su verdadero enemigo es el Ego. Al cortar la cabeza de Daksha, que representa el Ego, Virabhadra nos ayuda a recordar que somos simples seres humanos en evolución continua.
Tras esta venganza Shiva reintegra de nuevo a Virabhadra como parte de sí. Su furia se ha calmado pero aparece el arrepentimiento por los daños de su sangrienta acción. Cuando Shiva encuentra el cuerpo sin cabeza de Daksha, el dolor que siente se convierte en compasión y colocándole una cabeza de cabra le devuelve a la vida.
Cuando practicamos alguna de estas 3 versiones de Virabhadrasana, cultivamos la mente de Virabhadra, la mente del guerrero que tiene una visión de 360º. El guerrero, que está preparado para la lucha, controla todo a su alrededor, con su atención permanente, no solo en lo que está delante de él sino también en lo que sucede en la periferia. Con su mirada externa e interna no solo ve el horizonte, sino que también siente y percibe de reojo lo que sucede en todo su contorno.
Esto se traduce fácilmente en el asana, ya que nuestra atención no solo debe estar en lo que vemos con los ojos de la cara, como el brazo y la pierna delanteros, sino también en lo que sucede en la parte de atrás y expandirse en todas las direcciones y acciones que configuran el asana porque si no el alineamiento se pierde y la postura deja de irradiar presencia y firmeza.
Del mismo modo Virabhdra nos enseña a mantener el equilibrio y la estabilidad interna y externamente en las condiciones más adversas. Así que si podemos imaginarnos como un guerrero valiente destinado a cumplir nuestra misión quizá descubramos una nueva forma de expresar nuestra fortaleza interna en las posturas que practicamos, además de la fuerza y determinación necesarias para enfrentarnos a las vicisitudes de la vida.